Dr. Thomas P. Owens
Publicado originalmente en la Revista Lotería, No. 350-351, mayo-junio de 1985
Durante los últimos lustros se ha desencadenado un inusitado interés popular y médico sobre el tema de la sexualidad humana, la educación sexual, el desarrollo de la sexualidad y temas afines.
Como causales de este renovado interés se han considerado la proliferación de los medios de comunicación, el auge del cine y la televisión modernos, la ruptura de tabús, el desarrollo del movimiento de liberación femenina, el interés por la exploración de campos nuevos que rompan con lo tradicional y estereotipado y la academización y cientifismo que se introduce en la investigación de las ciencias del comportamiento y lo relacionado con los aspectos íntimos del ser humano.
El paciente y el público en general cada día están mejor ilustrados, leen más, reciben más información popularizada y a su vez exigen más y mejor información de su médico de confianza, su médico de cabecera o médico familiar. El médico es quien debe ser el personaje central en la educación del paciente y la orientación del mismo en el campo de la sexualidad humana. El es quien posee los conocimientos básicos de anatomofisiología, de bioquímica y de clínica del aparato sexual lo mismo que los conocimientos de ciencias de la conducta.
Además, debe estar en capacidad mejor de hilvanar estos conocimientos y destrezas en todo para brindar apoyo y comprensión, lo mismo que tratamiento general y farmacológico al necesitado.
Cada día se enfrenta más el médico familiar al paciente, la pareja o la familia con necesidad de consejería cuando antes solían buscar a la abuela, al sacerdote o al amigo confidente. Lo que antes era escondido o tabú se está tornando vox populi y el médico debe prepararse para enfrentar este reto de la nueva sexualidad.
La proliferación del imperio de Hefner con su Playboy y de otras publicaciones como Penthouse, cargadas de información de orden sexual, ha sobrepasado sus fronteras para hacerse de uso casi obligante por los estudiosos científicos del tema. Ya nosotros mencionamos que Bumap en el año 1967 (1) confeccionó un estudio donde comprobó cómo el médico poco informado sobre el tema de sexualidad soslaya el diagnóstico de disfunción sexual y no suele preguntar a su paciente sobre el particular.
De los médicos interesados en el terna, la respuesta positiva de pacientes interrogados sobre problema sexual fue de cincuenta por ciento (50%) del total de pacientes, número elevado si se toma en conjunto corno índice de morbilidad. Además, con frecuencia el médico se encuentra algo incómodo con el tema de sexualidad y puede indagar al paciente en forma erótica, solapada o inadecuada, como sería con uso de terminología esotérica o en forma ambigua con terminología como: “¿y, cómo anda el asunto sexual?” que no significa nada para el paciente o más bien lo confunde.
Todavía el patrón cultural nuestro en lo referente al sexo reside en lo tradicional y conservador, muy particularmente en el sexo en el anciano o el sujeto que envejece. El viejo en nuestra cultura es considerado no-educable, poco brillante, débil y asexuado y él mismo, presionado por estas creencias, adopta un papel sumiso y de aceptación pasiva de tales circunstancias.
Los términos «viejo verde» y «viejo sucio» dados el geronte que muestre algún interés sexual es clara evidencia de la actitud del medio en el cual nos agitamos. Salvo la terminación de la fertilidad en la mujer al producirse la menopausia, realmente los cambios en el orden sexual son mínimos y paulatinos a medida que pasan los años (2).
La visión folklórica de una tercera celad impotente, asexual, disfuncional es solamente la expresión de una profecía impuesta y autoimpuesta por factores psicosociales y de tradición. Los ancianos siempre han participado en forma activa en la vida sexual pero no es sino durante las últimas décadas que se hace esto materia de estudio y sale de los recintos íntimos.
Los ancianos se esfuerzan por presentar un nuevo frente de minorías en su lucha por 78 reivindicaciones. Los «Gray Panthers» ya han tornado la bandera que hace del sexo algo natural, agradable, sano y satisfactorio a toda edad.
Binet, como buen francés, en su obra sobre gerontología, colorea los temas de sexualidad en el primer capítulo y recalca el interés del anciano en mantener su juventud sexual (3). Revela que en la ciudad de París todos los años da a luz una mujer mayor de los cincuenta años cuyo marido tiene más de sesenta años de edad. Mientras los andrógenos descienden lentamente en el hombre hasta los sesenta años, persiste la producción normal de estrógenos, casi en forma homogénea, según los estudios de Pincus.
Si se toma en consideración la teoría del envejecimiento de Brown-Sequard, el estímulo persistente a los centros nerviosos por una actividad sexual testicular favorecería el mantenimiento de la virilidad por un mecanismo tipo retroalimentación.
El creer en los mitos sobre el sexo y el envejecimiento puede hacer que estos mitos se hagan realidad, dice Calderone (4).
Quien haya tenido una vida llena con actividad sexual regular y placentera sufrirá cruelmente la deprivación sexual pero si existe la creencia de que hay algo «malo» o «sucio» o «pecaminoso» en el sexo y los deseos deben ser sublimados, entonces quizá quienes sugieren esto son sujetos de poca libido y además, con tabús sexuales y frustraciones inhibidas.
El envejecimiento, no hay duda, induce a algunos cambios en el comportamiento sexual, cambios particularmente notorios en el hombre, pero son modificaciones no-sustanciales sino de grado, así como suceden en otras esferas: menor interés por los dulces, menor aprecio por la música ruidosa, menos movimiento, cambios en el sueño, modificaciones en ciertos hábitos y otras. Si el individuo está sano en el aspecto orgánico y psíquico la capacidad sexual será función de toda la vida. El amor, el cariño, el acercamiento, las caricias, el aprecio, el apego, el romanticismo, el aprecio por el cuerpo del sexo opuesto son factores de toda la existencia, no de una etapa.
Comtort dice que el anciano deja el sexo por las mismas razones que le inducen a no montar una bicicleta: por en enfermedad seria que se lo impide, por no parecer ridículo a los ojos de la sociedad, o porque no tiene bicicleta.
Si no se acepta al anciano como ser sexuado no se imagina uno hacerle preguntas sobre comportamiento sexual y mucho menos incluir en el expediente clínico una hoja de historia sexual.
La tradición y el folklore han hecho que el anciano mantenga escondida su vida sexual pero ésta siempre ha sido activa. Pearl en 1930 enunció que en una encuesta realizada se halló que 9% de los individuos de entre 70 y 79 años de edad tenían coito cada semana y hasta un 4% lo hacían cada tercer día.
Finkle y su grupo en 1959 encuestaron a sujetos de más de 80 años de edad y dos de cada cinco indicaron que promediaban diez cópulas por año. Y en los mayores de 70 años la razón principal que se adujo por ausencia de vida sexual fue la de «falta de deseo» aunque muchos tenían potencia con erección adecuada pero había falta de pareja.
Newman, en 1960, encontró que entre hombres y mujeres de 60 a 93 años un 54% era sexualmente activo y en los casos en que descendía la actividad sexual casi constantemente el causante era enfermedad orgánica importante del individuo o el cónyuge.
Pfeiffer y el grupo de Duke hicieron un estudio detallado en ancianos de ambos sexos encontrando que solía detenerse la vida sexual activa a los 68 años en el varón y a los 60 años en la mujer debido al hecho del diferencial de edad en los matrimonios. Pero la actividad coital regular existía en 47% de los encuestados entre los 60 y 71 años y en el 15% de los mayores de 78 años.
Estos individuos se siguieron durante cinco años y, curiosamente, en un 14% de los casos se informó un incremento en la actividad sexual. La variación en los hábitos sexuales es amplísima. Existen parejas de toda edad con coito y vida sexual cotidiana o semanal y al otro extremo parejas sanas, con gran apego mutuo, con actividad sexual ocasional o con prolongados intervalos de quiescencia.
Lo que sí se ha comprobado, y así se confirma un postulado de Kinsey, es que quienes inician su vida sexual activa tempranamente la continúan por largo plazo, cosa opuesta a la creencia popular que sugería que se «desgastaba» quien se iniciaba muy joven. Lo mismo sucede con la frecuencia del coito o la masturbación: parece no existir correlación entre el desgaste físico o el envejecimiento y la frecuencia de actividad sexual.
Sí parece suceder que quien pasa largos períodos de abstinencia, particularmente en décadas después de los cuarenta, le resulta más difícil reiniciar su vida sexual normal, pero la mayor parte de las encuestas indican que esto se resuelve a satisfacción con el tiempo y con el estímulo adecuado.
Para comprender las diferencias entre la respuesta sexual del individuo de la III Edad y el joven es preciso tener un esquema del comportamiento de respuesta sexual normal según Masters y Johnson. Esta se basa en cuatro estadios de respuesta sexual y un estadio agregado en el varón que es el período refractorio.
Los cuatro estadios son el de excitación, el de meseta, el orgásmico y el de resolución. A éstos se puede añadir un quinto estadio refractario, variable, mayormente producido en el varón.
Los ciclos de respuesta sexual se pueden resumir en forma esquemática en el cuadro que sigue:
CICLO DE RESPUESTA SEXUAL EN EL VARON
EXCITACION:
Ligera erección del pezón y la areola
Exantema
Miotonía
Contracciones rectales
Erección peniana
Constricción escrotal
Elevación testicular
MESETA
Contracciones rectales
Hiperventilación
Taquicardia mayor
Hipertensión
Erección tensa con más rubor en el glande
Apoyo del testículo sobre el periné
III ORGASMICA
DOS ETAPAS:
a. Eyaculación inevitable
b. Propulsión
Propulsión a su vez tiene dos fases:
Sensación de contracción
Apreciación del volumen del eyaculado
RESOLUCION
Sudoración
Detumescencia
relajación somnolencia
Hipersensibilidad balánica
La detumescencia a su vez tiene dos etapas:
a. Rápido descenso del pene al 50% del tamaño regular
2. Tardía pérdida de tamaño peniano hasta alcanzar el tamaño previo, que puede ser de hasta una hora de duración.
PERIODO REFRACTARIO
El tiempo necesario post-eyaculación para poder reiniciar el ciclo normal de respuesta.
CICLO DE RESPUESTA SEXUAL EN LA MUJER
EXCITACIÓN
Erección del pezón, con ingurgitación mamaria y areolar
Exantema maculopapuloso
Miotonía
Tumefacción clitoridiana
Lubricación y distensión vaginal
Elevación del fondo de la matríz
Achatamiento y modificación del labio mayor
Ingurgitación del labio menor
MESETA:
Tumefacción areolar
Acentuación del cxantema
Miotonía
Espasmo uretral
Hiperventilación
Retracción del glande
Ingurgitación del tercio externo vaginal
ingurgitación de las ninfas con cambio de coloración
III: ORGASMICA
Espasmo uretral
Contracciones pélvicas
Hiperventilación
Taquicardia
hipertensión
Grito, llanto, quejidos o lipotimia
Contracciones del tercio externo de la vagina (a inteivalos de 0.8 segundos).
A su vez la fase orgásmica tiene tres etapas:
1. Suspensión o irrealidad pélvica súbita
2. Gran sensibilidad clitoridiana
3. Sensación de expulsión
Dentro de la etapa de sensación de expulsión se pueden distinguir las subetapas de:
1. calor pélvico
2. contracciones colpopélvicas
IV. RESOLUCION
a. Termina la hiperventilación y la taquicardia
b. Flacidcz
c. Cesación de cambios vaginales
d. Dilatación cervical
e. Relajación total
En la mujer no es perceptible una etapa refractara en sí.
Con el esquema normal se puede comparar algunos de los cambios en el varón y la mujer añosos como se resume a continuación.
CAMBIOS EN EL HOMBRE ANOSO
EXCITACIÓN.
La erección suele ser más retardada; puede requerir prolongada manipulación personal o de la compañera o compañero.
No puede producirse la erección por el pensamiento ni es fácil por medio de una prostituta.
El ángulo de erección se toma mayor en cada década, de tal forma que si a los 30 años es de 45° con el eje vertical del cuerpo, a los 60 puede ser de 90°. La erección puede ser incompleta, con menor rubicundez del glande, pero casi constantemente será funcional y será placentera.
MESETA
Hay una nula o escasa elevación testicular.
Menor tono del cremaster hace que el escroto parezca más flácido y más largo.
Hay menos congestión balánica y escrotal.
El glande es menos duro y no suele tomarse violáceo.
Suele hallarse raramente gota de Cowper.
La etapa de meseta suele prolongarse más que en el joven.
El control de la demanda eyaculatoria es mejor.
ORGASMICA
Es la etapa de mayor variación con respecto al hombre joven.
Las contracciones a veces son espasmódicas y no-rítmicas.
Las contracciones de expulsión son menos fuertes y menos numerosas.
La impulsión del semen será de entre 8 y 30 cm. a lo sumo pero puede ser goteo de tipo regurgitación.
Hay reducción del volumen del eyaculado que suele tener un promedio de unos 2 cc.
RESOLUCION
El período refractario puede durar horas y hasta más de un día.
La pérdida de la erección puede ser abrupta y esta etapa de detumescencia no suele tener las dos subetapas.
No es raro que no exista eyaculación y entonces puede retomar la erección como si el período refractario fuese corto.
La sensación de eyaculado puede ser menor y mucho más si hay prostatectomía.
CAMBIOS EN LA MUJER ANOSA
EXCIT ACION: La lubricación es menor y toma más tiempo.
Suele haber menos erección del pezón y una lenta retracción del mismo.
Hay menor ingurgitación areolar.
Existe menor tendencia al exantema.
Cuando más pendulosas las mamas habrá menor congestión de las mismas.
MESETA:
Hay menos miotonía
Hay más urgencia urinaria y más escozor vulvovaginal por pérdida de jugosidades y el dcficit hormonal.
Existe poco o nulo achatamiento del labio mayor, el cual posee menos grasa, debido a menor tensión ligamentosa.
Hay menor elevación uterina por f1acidez del ligamento redondo.
La lubricación al hacer uso de estrógenos suele ser excesiva y dificulta el climax en el varón
ORGASMICA:
Hay un menor número de contracciones externas de la vagina.
Habrá mayor tendencia a contracciones espasmódicas.
Raramente habrá contracciones rectales después de los 51 años de edad.
RESOLUCION:
Suele haber una detumescencia súbita.
Habrá más tendencia al trauma costal debido a la delgadez del labio mayor y a la hipotrofia vaginal.
Muchas cosas interesantes y a veces novedosas suceden en la vida sexual a medida que pasan los años. Kinsey ya nos indicó con sus estadísticas algunos de estos hechos.
El contacto sexual o el coito en el adolescente activo varón varió de 3.2 a 4.8 semanalmente. Ya a los treinta era de 2.5 semanalmente. A los cuarenta de 1.8 semanalmente y de 0.9 a los sesenta. Pero Curiosamente, el alcanzar orgasmo en la mujer felizmente casada va en ascenso con los años.
En un 63% de las encuestas durante el primer año de matrimonio hubo respuesta orgásmica y al ser interrogadas quienes tenían más de veinte años de vida marital normal, el 85% respondió presentar orgasmo.
La erección matutina casi cotidiana en el adolescente y a veces en varias ocasiones durante las madrugadas desciende a dos por semana a los treinta y a 0.5 por semana a los sesenta. En algunos casos hay períodos de semanas sin dicha erección para después reiniciarse semanal o quincenalmente.
La erección pertinaz suele ser frecuente en el adolescente. El tiempo promedio de erección en el anciano es no mayor que los siete minutos. Para mantener su erección requiere el anciano de más estímulos y de estímulos constantes de orden visual y por manipulación.
Llegada la hora del clímax en el anciano casi siempre este es único mientras que en el joven puede muy bien ser múltiple. El clímax múltiple se encontró en solamente un tres por ciento de la población de más de sesenta años de edad. La masturbación es sumamente frecuente en el adolescente; en muchos casos es la única descarga sexual.
El promedio en el joven, según Kinsey, resultó ser de dos semanales mientras que en el geronte es poco frecuente. Después de enviudar quizá ha de hacerse más frecuente como una de las pocas descargas sexuales permitidas.
Las emisiones nocturnas, que se encontraron en el 71 % de los jóvenes de 21 años, solamente fueron indicados en el 14% de lo hombres de sesenta.
La vivacidad sexual es sumamente variable de un individuo a otro. Se han presentado casos de varones de más de ochenta años quienes presentaron coito cotidiano, con eyaculación normal cada día, lo mismo que casos de varones de más de 85 años con sueños eróticos y eyaculación frecuente.
Aparentemente la estimulación sexual femenina es medida por la presencia de andrógenos mientras que en el varón parece ser por un oligopéptido más elemental. En el varón aumenta la libido con la administración de gonadotropina coriónica (GTC) que se usa para la infertilidad (5) mientras que los resultados por uso de andrógenos son muy erráticos y se prestan a discusión.
Quizá un factor más importante sea el envejecimiento del reloj hipotalámico pero no hay duda que el aspecto sociocultural es el básico. Las fantasías sexuales, en el hombre y la mujer, parecen disminuir con la edad y este es un factor preponderante en la disminución de la estimulación sexual y la aparente reducción de la libido en la tercera edad (6). La función sexual persiste por largo período postmenopaúsico en la mujer normal y quizá en parte se debe a su mayor facilidad en crear fantasías.
Algunas mujeres han tenido su primer orgasmo en la octava década de la vida y parece ser que la que más las mantiene en estado óptimo es la actividad coital regular, incluso más que el uso de estrógenos tópicos o por vía bucal o parenteral. Esto ha sido ampliamente documentado por varios autores como Feiffer y Masters y Johnson (7,8).
El fenómeno de diferencias notorias en la conducta sexual del individuo masculino y femenino en ancianos se ha discutido mucho. Dos razones básicas para tales diferencias son la actitud sociocultural de negación del sexo en la mujer añosa por ser «algo ridículo» o como mecanismo de defensa por tener pocas oportunidades para practicar y la falta de varones gerontes.
En los Estados Unidos, por ejemplo, a la edad de 65 años o más, por cada cien mujeres hay solamente 69 varones y de éstos solo el 27% son solteros o viudos, datos que explican la dificultad de la mujer en encontrar descarga sexual, y que hacen a muchos ofrecer recomendaciones variadas para mejorar la situación como son la de esforzrnos por mejorar el promedio de vida vigorosa del varón, la de considerar matrimonios polígamos, la de uniones no maritales, la de promover en unos casos las uniones lesbianas o casándose con hombres más jóvenes (9-10).
Los estudios más recientes parecen indicar pocas diferencias entre las dificultades sexuales en la III Edad entre heterosexuales, homosexuales y ambisexuales. Existen las mismas disfunciones y las mismas inhibiciones en los distintos tipos, lo mismo que similares lazos de relación, frustraciones y dificultades (ll).
Pueden sugerirse variadas innovaciones para mejorar la función sexual en el geronte o para mantenerla adecuada. Precisamente Comfort, en sus escritos, indica que un aspecto básico es la educación e información al anciano: revelarle los datos estadísticos que indican que la actividad sexual puede ser función de toda la vida y que en parejas de más de 78 años de edad el 15% mantenía contacto sexual regular. Asimismo anota Comfort que el mantener la innovación y el cambio es fundamental para tener una mente abierta y vivaz.
Otra recomendación es la de practicar la actividad sexual permanentemente; incluso el considerarla como un ejercicio, para obviar el deterioro como es la artrosis.
Reuben (12) insiste en el ejercicio sexual para mantener el vigor hormonal. También es de interés mantener una visión optimista del envejecimiento, no preocuparse por menos orgasmos, o por erecciones más lentas, o de menor ángulo, o de menor turgencia o de menor duración. Debe estimularse la erección por sí mismo pero mejor si es por la compañera; esto incluye el considerar la masturbación como positiva en el geronte cuando no hay salida sexual coital (13, 14).
El reemplazo hormonal en algunos casos da buenos resultados pero debe usarse cuidadosamente, la determinación de testosterona en la sangre puede servir en algunos casos como parámetro pero hay que recordar que no en todos los pacientes da resultados claros.
A veces da mejores resultados la hormonoterapia de andrógenos en la mujer, donde con frecuencia hay una elevación de la libido. El acicalamiento personal en el hombre y la mujer es importante en el geronte. Como el estímulo debe ser mayor en el anciano, éste debe proponerse un mayor interés por el cuidado de su persona, por la higiene, por los cosméticos, el vestir ropas sensuales, la cirugía estética, y el mantener la agilidad y la condición física.
Los problemas de disfunción sexual que se presentan en el geronte no son distintos de los del adulto joven, son problemas de grado más que de otra cosa y algunos son iatrogénicos.
Entre éstos figuran dos básicos, a saber, a) el error del médico en ser demasiado cauteloso y estricto en prescribir ayuno sexual al anciano que ha sufrido un infarto, una fractura, una flebitis o una artritis y b) el uso indiscrminado de medicamentos que disminuyen la libido y pueden inducir a la disfunción ereccional como es el caso de la guanetidina, la metildopa, algunos antidepresivos, la clortalidona y quizá algunos betabloqueadores.
La abstinencia sexual prolongada, particularmente si es prescrita por el médico, puede requerir posteriormente una rehabilitación o una reeducación muy prolongada. El Alcoholismo y la Diabetes mellitus son dos enfermedades que pueden muy bien inducir a la impotencia y parecen afectar notoriamente al varón quizá de la misma forma, por una neuropatía periférica, y no por el disturbio metabólico en sí.
Pero habría que cuidarse de no tildar a cada sujeto con estos padecimientos como candidato irremisible a tal complicación. En muchos casos de etilismo la disfunción ereccional es intercurrente ya que el anciano es más sensible al licor y puede experientar un disturbio sexual momentáneo después de haber ingerido pocos tragos.
Uno de los problemas sexuales más frecuentes de la edad es el de la pérdida de la libido, o la falta de interés erótico. Esto puede suceder a cualquier edad pero se hace más notorio después de los cincuenta o sesenta. Es más frecuente en los «iniciadores tardíos», aquellos que iniciaron coito después de los 20 años o iniciaron sus masturbaciones después de la adolescencia, pero muy bien puede presentarse sin causa alguna. A veces se puede determinar la etiología del hecho como sería una enfermedad intercurrente, o una depre~ sión, o trastornos psicosociales, maritales o familiares.
En los casos en que se extingue la libido en forma idiopática el pronóstico no es tan bueno. Son los disturbios sexuales precerebrales presentados antes por Taylor, ahora como deseo sexual Inhibido del DSM III (15) clasificados por O’Connor como del grupo I (Desórdenes psicológicos tipo 4) (16).
La disfuncción ereccional, la anorgasmia, la pobre lubricación y la pérdida de la erección son trastornos relacionados, con muy buen pronóstico si se tratan en forma ecuánime. En muchos casos hace falta solamente una explicación o información al paciente o al cónyuge; en algunos casos raros puede descubrirse algún defecto como una placa fibrosa de Peyronie en el varón o una atrofia vaginal en la mujer.
La impotencia del viudo es la típica disfunción por desuso que requiere solamente de un poco de explicación por parte del médico y quizá una aclaración informativa al cónyuge. La manipulación adecuada y los mimos persistentes casi siempre dan resultados satisfactorios.
O’Connor describe dos síndromes que predisponen a la disfunción ereccional en el geronte (16). El primero es el «síndrome del varón ejecutivo» que se presenta en profesionales que inician la década de los cuarentas, bien casados y exitosos y al perder a un tutor mayor o a un ser querido entran en una insatisfación total que muy bien puede presentarse como impotencia.
El segundo tipo es el «síndrome de prejubilación» que se presenta en el varón en los años antes de su retiro como una pérdida de su autoestima, su «status», por frustración, por preocupación por la muerte y, o, con impotencia.
Los aspectos estereotipados de la mujer en su período climatérico y menopáusico hacen que muchas se sugestionen y se «sientan enfermas» durante esta época, a pesar de que quizás un 50% de ellas nunca presentará síntoma alguno. Algunas pueden desarrollar una depresión que antes fue larvada y una disfunción orgásmica como consecuencia de la misma, pero tales trastornos son mucho menos estables y satisfactorios.
Múltiples orientaciones terapeúticas se hallan en uso para la disfunción sexual en el geronte pero prácticamente son similares a las practicadas en el adulto joven. Las orientaciones fundamentales son las de Masters y Johnson, de Annon y de Kaplan. Masters y Johnson ponen en juego un variado enfoque multidisciplinario que incluye aspectos de teoría conductal, de aprendizaje, de orden experimental y de tipo psicodinámico, primordialmente basado en tratamiento de parejas por parejas de terapeutas y no de individuos aislados, con una fase terapeú tica aguda y otra tardía donde la clave es la búsqueda de lo que llamaron «foco de sensación’ ‘.
En el foco de sensación se trata de desviar la atención de lo puramente genital a otras partes de la anatomía que producen placer y acercamiento. Kaplan usa una orientación terapeútica basada en Masters y Johnson. No insiste en parejas, ni parejas terapeúticas, sino en cuidado individual, sin fases agudas sino citas semanales, y otorga mayor énfasis a los aspectos psicodinámicos por el hecho de ser psiquiatra. Su actitud más ecléctica asemeja más su método a lo que el médico familiar puede practicar en nuestro medio.
Annon ha presentado su método terapeútico PLISSIT orientado adecuadamente al geronte. La P es el nivel básico de jerarquía, Permiso, donde el médico solamente permite al paciente hacer lo que desee.
Ll sería Información. Limitada, ya que algunos pacientes solamente necesitan información y explicación de técnicas de anatomía y fisiología.
La SS sería una tercera etapa de Sugestión Específica donde pueden usarse técnicas psicodinámicas, o de retroalimentación para desensibilizar al paciente, como sería el acostumbrado a léxico erótico.
Finalmente la modalidad de Terapia Intensiva incluiría los métodos tradicionales de Masters y Johnson de terapia sexual, o los descritos por Kaplan como modificación de Masters.
En castellano el acrónimo sería PILSETI, modalidad que puede muy bien ser instituida por el médico de cabecera. Existen variantes plenamente aceptadas como métodos terapeúticos especiales que pueden instituirse en el geronte.
Para falta de respuesta sexual, frigidez o pérdida de libido en la mujer Kaplan sugiere cuatro períodos de terapeútica:
a) Foco de sensación inicial
b) Foco de sensación tardía
c) Coito no insistente
d) Coito hasta el orgasmo, según la orientación de la clínica de Come.
No son más que etapas de excitación erótica desde lo indefinido hasta lo puramente genitalizado. En los casos de disfunción orgásmica femenina se han sugerido las etapas de tratamiento de:
a) orgasmo a la masturbación
b) orgasmo a la estimulación por el compañero
c) orgasmo al coito
A esta secuencia se le puede agregar la «maniobra puente» si no hay orgasmo al coito.
En este caso el varón introduce el pene en la vagina y al mismo tiempo estimula la región clitoridiana hasta acercarse al orgasmo pero sin tener clímax y así servir de «puente» de estimulación para alcanzar orgasmo coital.
A estos procedimientos puede añadirse, en casos de periné flácido o falta de tono muscular adecuado, el ejercicio de Kegel, donde se le enseña a la paciente a contraer su musculatura perineal superficial, primordialmente el pubococcígeo; por medio del control ocasional del chorro miccional, el colocar un artefacto intravaginal y «apretarlo», el contraer dichos músculos ocasionalmente durante el día para que aprenda el paciente a sensibilizarlos. Lo mismo que el fisicoculturista aprende a contraer sus músculos a voluntad.
En los casos de distunción ereccional se ha sugerido terapeútica que sigue los pasos siguientes:
a) Desarrollo de eroticismo placentero sin erección
b) Obtener erección sin orgasmo
e) Orgasmo extravaginal
ch) Introducción vaginal peniana sin orgasmo
d) Coito corriente
En los puntos a) y b) se procede a sugerir los focos de sensación inicial y tardíos que son las caricias y estimulación extragenitales prolongadas. En el orgasmo extragenital se procede a manipulación genital y al tclatorismo para buscar eyaculación y en la fase ch) se consigue que la mujer se coloque sobre el varón y «se siente» sobre el pene del cónyuge.
En algunos casos de erección difícil o pérdida de la misma se puede proceder a la técnica de apretar («squeeze») ocasionalmente que la mujer instituye al comprimir el surco balanoprepucial para hacer perder parcialmente la erección y aprender a reanudada, procedimiento que le inyecta confianza al varón (8).
En algunos casos de pérdida ereccional se puede considerar la técnica «stop-start» de Kaplan o la de quiescencia momentánea de Cantón que no son más que mecanismos mentales de relajación total súbita para inhibir el grado de excitación superlativo del coito en su fase meseta. Así puede el varón perder por un rato la erección y aprender a manipular o controlar mejor su respuesta sexual. En la mujer anciana con vaginismo o cierto grado de craurosis o cambios seniles debe iniciarse el tratamiento con estrÓgenos tópicos y posteriormente la automanipulación manual con uso del dedo chico, en el introito vaginal, luego el índice, luego el pulgar, posteriormente la introducción total de un dedo, después la introducción de dos dedos, posteriormente la movilización de los dedos y finalmente la introducción peniana con pene lubricado sin movilización para finalizar con coito regular.
El procedimiento escalonado debe ser acompañado de terapia de apoyo y ser evaluado según el nivel de progreso individual. Hemos tenido casos de pacientes en nuestra práctica personal quienes han sido preparadas, siendo señoritas jubiladas, en esta forma y su respuesta sexual ha sido satisfactoria, placentera y orgásmica.
Por último, no se puede tapar el sol con las manos, y habrá casos de gerontes sin respuesta al tratamiento, como los habrá en individuos de cualquier edad. Ultimos recursos son el uso de sustitutos penianos o prótesis, el uso de aparatos en forma de pene (dildos) para estimular a la mujer, el desarrollar mejores técnicas estimuladoras y «foco de sensación», el cunilánguo y técnicas como el «stuffing» o sea el estimular la vulva con el pene flácido o en erección parcial e introducirlo a compresión y a mano dentro del introito vaginal («atestar», «henchir», «rellenar»).
La mente humana, prodigiosa siempre, puede encontrar forma de satisfacer, y un factor clave en el cual el médico familiar puede participar siempre, es en el de reformar la salud mental de los individuos y su grupo social al erradicar prejuicios, cultivar una vida sana, mantener una visión positiva, estimular lo innovador, buscar la variedad o impulsar una mente joven y creativa. Quien tiene buena salud mental tendrá mayor posibilidad de mantener una vida sexual prolongada, feliz y provechosa.
REFERENCIAS
1. Sexualidad Humana. Apuntes para el Primer Curso de Sexualidad Humana de los doctores Carmichael. PublicaciÓn de la Facultad de Medicina, Universidad de Panamá, 1978; 268 pp. Edita Tomás P. Owens MO.
2. Comfort, A. A Good Age, Simon and Schuster, New York, 1976, 224 pp.
3. Binet, L., Gerontologie et Geriatrie, Presscs Universitaries de France, 1961, 126 pp.
4. Calderone. M.S. y Johnson, E.W., The Family Book about Sexuality, Bantam Books, New York, 19!13, 368 pp.
5. Amelar, R.D. y Oubin, L. Human Chorionìc gonadotrophín therapy in male infertility, lAMA. 237,1977.
6. Cameron, P. Riber, H. Sexual thought throughout the Iîtespan, Gerontologist, 13, 144- 147,1973.
7. Masters, W.H. y Johnson, V.E., Human Sexual Response; Líttle, Brown andeo. Bostón, 1966.
8. Masters, W. H. y Johnson, V. E. Human Sexual Inadequacy, Little, Brown and Co. Boston, 1970.
9. Berezin, M.A. Sex and Old age, J. otGeriatrìcPsychiatry, z, 131-1.49 1969.
10. Berezin, M.A., Sex and Old age, J. otGeriatric Psychiatry 9 189-209 1976.
11. Masters, W.H. y Johnson, V.E. Homosexuality in Perspective, Bantam Books, Toronto, 1979.
12. Reuben, D., Everything you always wanted to know about sex, Bantam Books, New York 1969.
13. Comfort, A., Editor. The Joy of Sex., Simon y Sehuster, New York 1972.
14. Comtort, A. Editor- More Joy ot Sex, Simon y Schuster, New York, 1973.
15. Taylor. R.B. Family Medicine, Spriiger -Verlag, New York 19!13.
16. O’Connor J.F, Managing Sexual Oysfunction. Medical Economie Co., New York, 1980.
17. Kaplan, Helen $ingcr, The Ilustrated Manual of Sex Tlierapy, Tínies Books, New York,1975.