El médico literato: Dr. José Guillermo Ros-Zaneth

El caso de José Guillermo Ros-Zanet es una cima para la medicina y la literatura del istmo y continúa la tradición literaria egregia de la provincia panameña de Chiriquí.

Por la Dra. Criseida Saad de Owens y el Dr. Thomas P. Owens Jaén
Artículo publicado originalmente en la Revista Lotería, No. 435, marzo-abril de 2001

Robert Louis Stevenson, el eximio escritor de La Isla del Tesoro usó el párrafo siguiente para describir al médico: «El es la flor de la civilización. Cuando la era del hombre haya pasado, para solo quedar en el recuerdo, se revelará que exhibió los mejores valores de la raza humana y compartió pocas de sus fallas”.

La historia de la medicina presenta una saga de hombres y mujeres virtuosas quienes a lo largo de las generaciones comprueban el escrito de Stevenson: ilación constante entre la ciencia de la medicina y su arte con la cultura y con la civilización humana.

En el código de Hammurabi y en el papiro de Ebers ya se vislumbra, de quince a veinte siglos antes de Cristo, esa cercanía del quehacer médico con lo mágico-religioso, lo filosófico, las artes y la cultura. Durante la cultura helénica y la época romana, difícil fue desarticular o deslindar al filósofo del médico. ¿Quién nos podría decir sobre Aristóteles, Hipócrates, Empédocles, Diocles de Caristo o Celso, dónde llega el médico y dónde empieza el filósofo?

En Aristóteles tenemos el ejemplo vivo de un hombre universal, clasificador biológico por excelencia, como es el caso de los tipos humanos, estudioso de los animales, investigador acucioso, al mismo tiempo creador de toda una filosofía que alcanza hasta nuestros días llena de vigor y sabiduría.

Durante el Renacimiento, en su cima con Leonardo, Rabel, Durero y Miguelángel, ¿era Leonardo da Vinci, pintor, filósofo, ingeniero, o médico? Estudió detenidamente la anatomía de la columna, del corazón y de otras áreas… ¿No era esto medicina?

En el siglo dieciocho, los dos grandes exponentes de la medicina inglesa, Sydenham y Locke fueron hombres universales; Sydenham, creador de la medicina holística inglesa, médico y filósofo; Locke, el gran filósofo inglés, la cumbre de la sabiduría epistemológica isleña, el filósofo médico de la «Tabula Rasa»…

Ambos médicos, visitaban a sus pacientes juntos: Sydenham el práctico y Locke el pensador. En todas las latitudes tenemos ejemplos brillantes de esta curiosa amalgama de ciencia y cultura. En los Estados Unidos, pocos recuerdan que uno de los más brillantes signatarios del Acta de la Independencia fue médico, Benjamín Rush, médico-político.

En España, grandes escritores de prestigio universal fueron médicos. Tal es el caso de Pío Baroja. En otras regiones los grandes escritores como Sommerset Maughan, Cronin, el de «La Ciudadela» y Artur Conan Doyle, el de «Sherlock Holmes»… eran médicos.

Mención especial ha de darse a Antón Chekhov, el maestro de la narrativa y el teatro ruso, quien escribió sobre su experiencia humana como médico en sus obras «La Historia de un Caso», «Los Campesinos», «Ionych'» «Ariadne», «El Beso», «El, Obispo», «Agafya», «Gresco» y otros. He aquí el prototipo del médico literato que escribe sobre la salud y la enfermedad, el médico y su paciente, la sociedad y el espíritu humano, el amor y la fe, el envejecimiento, el hombre y la mujer, la muerte y el duelo. Tal importancia ejerce Chekhov en la literatura y la medicina que constituye tema de cursos electivos en escuelas de medicina como la Universidad de California en San Diego, en donde el profesor Schmeidennan cumple con dicho curso desde 1985.

En nuestra América India también han ejercido la medicina y la cultura prestigiosos facultativos. El Padre de la Cardiología Mexicana, Ignacio Chávez, fue un gran médico y un gran músico. ¡Y qué no decir de los médicos políticos! Para nombrar dos: el Dr. Salvador Allende, profesor de anatomía de Chile, y el Dr. Ernesto Guevara, en Argentina, Cuba y Bolivia. Idealista, guerrillero y médico cabal.

En nuestro patio y de la Escuela de Medicina de la Universidad de Panamá recordamos como violinista al Dr. Rodríguez-Blotta, conocido ortopeda y músico de la Orquesta Sinfónica de Panamá. ¡Como no mencionar la obra literaria de uno de nuestros primeros egresados, el Dr. Rodolfo Ermocilla, patólogo de profesión, sutil lírico de la poesía por vocación. Galardonado con el «Premio de Poesía Alfonsina Storni» de la Argentina, en 198O y en 1984. ¡Tener que salir de la patria para obtener los grandes honores en el extranjero!

El ambiente caribeño y la zona de tránsito no son caldo de cultivo propio para las artes, para la literatura o para los menesteres más delicados del humanismo, pero las excepciones confirmarían la regla que nos insinúan que hay matices de sutileza, de temperamento artístico y de profunda cultura en muchos de quienes se dedican a las ciencias médicas.

ros-sanethEl caso de José Guillermo Ros-Zanet es una cima para la medicina y la literatura del istmo y continúa la tradición literaria egregia de la provincia panameña de Chiriquí.

Nace en David, Chiriquí, en 1930; se gradúa de Bachiller en Ciencias en el Instituto Nacional, con honores; y recibe su título de Doctor en Medicina de la Universidad de Panamá en el año de 1959.

Desarrolla tres años de especialización en Pediatría en el Hospital del Niño de Panamá; recibe adiestramiento en «Nutrición y Desnutrición en el Niño» en el Hospital Infantil de México y en «Pediatría Clínica Social» en Colombia; hace cursos de postgrado en Pediatría, en Planificación de los Servicios de Salud, Administración de Instituciones de Salud, Manejo de Personal de Instituciones de Salud y de Psicolingüística.

En la Universidad Santa María La Antigua toma estudios de Teología Bíblica y Doctrina Social de la Iglesia. A los 17 años escribe su primer libro de poesías «Raíz del Paisaje».

En 1950, obtiene el primer, segundo y tercer premio del «Concurso de Poesía de la Revista Juvenalia». En 1951, todavía estudiante de secundaria, obtiene el mayor galardón literario panameño, el Premio Máximo en la Sección de Poesía del Concurso Miró, por su obra «Poemas Fundamentales».

«Todavía tan joven, escribe José María Sánchez Borbón, Ros-Zanet camina con paso seguro en busca de su destino de poeta y de creador»

ANIMA

Imagen tuya en el tiempo
Mi corazón se puebla de días inacabados
Y en mi las noches tumban su condición salina
y ramos de marmas esencias.
Quise escucharte desde el fondo de las noches
Como desde un rumor salvaje que rige las edades
Quise escucharte desde un clima cercado de ambiguos horizontes
Y hablarte con palabras que tuvieran su más puro sentido
Ser y estar en el clamor del mundo
(De Poemas Fundamentales)

Apenas iniciados sus estudios de medicina, en 1954, obtiene un Primer Premio del Concurso Ricardo Miró, en la Sección de Poesía, con su obra «Ceremonial del Recuerdo», de la cual nos escribe Tristán Solarte: «Poesía a un tiempo grave, sencilla, profunda y transparente, que señala el final de una etapa de vanguardia y el inicio de otra, menos brumosa y lánguida».

Ya esta obra la dedica, y así continuará en toda su carrera literaria, a su esposa Milagros y a sus hijas Alma, Vida y Lorena Pía. Entre las tantas características positivas de José Guillermo (no sólo como médico, pediatra y literato) está la de su gran amor y consagración por su familia. A pesar de haber llevado una vida tan llena, su familia siempre ha llenado gran parte de ella. Ha sabido manejar en un perfecto balance su vida de trabajo y su vida de familia, siempre atendiendo a una sin descuidar la otra.

La primera página de «Ceremonial del Recuerdo» nos muestra este poder misterioso de encantar y conmover en Ros-Zanet:

“Sé lo que es el recuerdo, es un comienzo
y es volver a nacer donde hemos muerto”

Y continúa en su Libro Primero, «Sobre los rostros»:

Toda esta tarde y nunca
Como si fuera ahora
A jugar, a saber,
Y fuera niño
Me besara mi madre
Y una tarde
Me sentara a mirar
Mi corazón y la ceniza
Toda esta tarde y nunca
Y no hay olvido
Sólo estas viejas cosas
Estos muebles lejanos
El antiguo reloj sobre la mesa
El último retrato de mi madre
Sencillo, justo, suyo
Y todos estos años
En que me voy muriendo
Toda esta vida y siempre.

En 1960 recibe por tercera vez otro Premio Ricardo Miró, en poesía, con «Sin el color del cielo». El poeta y ensayista panameño Pedro Correa Vásquez lo describe “Entre coordenadas vida-muerte, origen-destrucción, el poeta sitúa su creación. Es en la fe en el hombre y en el amor (fuente inagotable de vida) donde el poeta encuentra la salvación a ese pesimismo suyo que, por ratos, se hace abismal”.

Palabras que bien quedas plasmadas en estos versos:

No es otra cosa la vida
que este diario sentirnos en la vida.

Casa en donde comienza en sin el color del cielo

En el hueso y la sangre te resisto
Y te puedo en tu lluvia, en tu costumbre.
Una muerte en tu centro y dos conmigo,
Casa en donde comienzan
Solar, nombre, albedrío.

No te pueda la muerte, ¡Dios lo quiera!
En el nombre y el habla vas conmigo
Ya alcanza tu final, si bien nacía
casa en su claridad, la contemplada.
La bien nacida llama te sostiene
únicamente en ella te podía

Ya para esa época, el Dr. Ros-Zanet había estado escribiendo algunos de sus escritos no publicados sino años después, como fueron, en 1975 el cuento «Las Criaturas Terrestres'» y después, en 1980 «Génesis» (1950-1954), nueve poemas en prosa (breves, sencillos pero profundos y llenos de emoción) y un cuento diminuto. Nuevamente, su dedicatoria a toda su familia y en donde cita «a mi esposa, Milagros, a mis hijas, Alma Milagros, Vida Claribel y Lorena Pía, que saben que, desde la familia, la vida, la tierra raizal y el tiempo se hacen uno en el ser espiritual del Hombre y trascienden. Se hacen Tiempo y Bien, Promesa y Cumplimiento»

En 1982 publica «Tormentario», poema en veinte cantos. En las dos primeras páginas aparecen: 1957-1982 y la dedicatoria a su esposa, a sus hijas y un epígrafe titulado Pórtico: «Aquí se juntan, se hacen una, unas dos eternidades: mi final y mi comienzo”. JGRZ»

Es una obra que habla de la unión entre el hombre y Dios mediante la palabra y cito a Margarita Vásquez de Pérez: «nombra a deshoras, que llega a lo interno del muro y tropieza y se encuentra y se junta y se une a una grey, a una asamblea, a una familia para descubrir, para encontrar la gracia, el alma, el principio, el fin, es el Dr. José Guillermo Ros-Zanet».

Estas líneas verifican lo que representa su familia dentro y fuera de su vida lírica. En 1984 edita «Cumbres Aldeanas y otros Poemas» que siguen la misma línea de los anteriores. En este mismo año, le otorgan, por cuarta vez, el «Primer Premio Ricardo Miró», en poesía, con «Un no rompido sueño».

Los miembros del jurado dictaminaron sobre la obra: «En este poemario se percibe una autonomía de los poemas que hacen el poema donde bullen la vida con la muerte, lo lógico con lo ilógico y el regalo final de la esperanza».

Advertimos la impronta de los clásicos de la poesía española como Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Jorge Manrique.

Los primeros versos de «Un no rompido sueño» dicen:
Quiero la vida y quiero
Saberla entre inocentes

Bestezuela de Dios
Y de las iras
Manera cardinal
De la ternura

La llamo sacramento
Del ser y sembradura
Como un bosque de espigas
O de nieves

A la vida le basta
Su demencia
O su propia cordura

Es un tiempo de Dios
Dura clemencia
Por qué dura su sombra
De cadáver

Luz del verbo encarnado
Era lumbre la sombra
Que crecía

En 1985 presenta (y posteriormente edita) un trabajo en un acto solemne que realizó la Academia Panameña de Lengua, en memoria de Doña María Olimpia De Obaldía, el ensayo «Breves apuntamientos en torno al quehacer poético de Doña María Olimpia de Obaldía».

En 1990, el Dr. Ros-Zanet con su poema en diez cantos «En la Maslumbre». Esta (escrita ya desde 1987) fue considerada entre las cuatro obras finalistas por el Jurado de la Sección Poesía del Concurso Ricardo Miró. Sintieron entonces que no se permitiese otorgar tres primeros y únicos galardones luego de concienzuda y prolija lectura de las sesenta y dos obras concursantes.

En su primera edición en 1991 añade en su dedicatoria a sus nietos, Claudio Guillermo y Ana Belén. Tristán Solarte, en sus palabras en una presentación de la obra de Ros-Zanet, anota que, «desde la gesta de octubre de 1968, fue, con muy pocos otros, quien salvó el honor de los intelectuales panameños al no plegarse a los desmanes de los militares».

En su Canto 9 nos dice:

Vivir en lucha a muerte
Y todavía
Poner el corazón
En agonía
Asombro, Vida, Muerte
Despacio van mis huesos
Ya dejaron mañana
Y mediodía
Andan a media luz
Entre la umbría
Son piedra herroqueña
Todavía

Augurios y parientos
En esta llama vivo
A sombras y porfía
Y dura en mis edades
La alegría
Lejanos van los siglos
Ya dejaron sus dioses
Los cetros de agonía
Despacio voy juntando
Las piedras de los muros
De mi suerte

En mi vida y en la muerte
Se hace el día

En 1969 había obtenido el «Premio Máximo del Concurso Literario Ricardo Miro» en la Sección Ensayo con su obra «Sobre el Fenómeno de la Desnutrición en el Niño», bella monografía donde describe, en las propias palabras del autor, lo siguiente: «En mi libro intento describir integralmente todo el fenómeno de la desnutrición, aprehenderlo y comprenderlo dinámicamente, en su estructura biológica, en sus componentes sociales, culturales, económicos y más”.

Ros-Zaneth percibe que «el proceso desnutrición (hiponutrición) es una autofagia que respeta hasta situaciones límites los tejidos de más alta jerarquía biológica y la madre se privará de nutrientes endógenos para darlos al ser en formación, al hijo”.

Entre otros galardones otorgados a José Guillenno Ros-Zanet tenemos, el Premio Nacional de Cuento, en 1954, con su aporte narrativo de «Li Coin» (en lengua guaimí) «El buen maíz»; en Chile, el «Premio Nacional y Sudamericano de Cuento», en 1982, con el «El Edificio de Coral; y en Honduras, el «Primer Premio Centroamericano de Poesía Juan Ramón Molina», en 1984, con «Los Libros de la Tierra».

Pertenece Ros-Zanet a la generación literaria de otros grandes de la poesía panameña, entre ellos se encuentran Elsie Alvarado de Ricord, Tristán Solarte, Changmarín, José de Jesús Martínez y Demetrio Fábrega, pero entre éstos es el único médico y el de mayor riqueza temática. Su obra literaria ha sido muy importante, pero para aquellos quienes somos médicos su obra médico científica ocupa un lugar destacado.

En 1964 presentó «La Desnutrición como producto del desequilibrio Económico Social de la Familia» que posteriormente apareció en el número 2 del volumen XIV de agosto de 1965, en Archivos Médicos Panameños; también en 1964 apareció «Integración de Servicios Médicos y la Educación de Grupos Vulnerables».

Obtuvo el Primer Premio Nestlé en 1970, con su trabajo «Desnutrición y Anemia», en el mismo inicia sus conclusiones postulando que «la anemia en el niño desnutrido puede ocurrir no sólo como un signo circunstancial de la desnutrición, sino, también como signo agregado y aún como un signo universal de ese proceso que llamamos el fenómeno general de la Desnutrición»; y seguidamente escribió «Sobre la Problemática Actual de la Medicina Panameña»; en estos Breves Apuntamientos finaliza así: «Para servir bien a la Humanidad, para ayudar al desarrollo de la Medicina, para curar enfermos, necesitamos seguridad y bienestar».

En 1987 publica el ensayo «Economía y Enfermedad’, que en su introducción nos dice «La solución está más cerca de la Filosofía (mundo de los valores) que en la Tecnología. Es necesaria una Nueva Visión del Hombre y del Mundo y del Hombre en el Mundo; entre sus semejantes».

En 1989 escribe un ensayo «Sobre la incorporación del niño preescolar al sistema educativo panameño». Escribió sobre ‘La Medicina de la Persona: un signo de los tiempos» que fue presentada en 1975, más de una década antes que se pronunciara en forma universal la Medicina Basada en la Persona por los grupos de Levenstein, McWhiney y Stewart en Canadá.

El más alto honor que puede alcanzar el letrado panameño lo adquirió José Guillermo Ros-Zanet el 14 de junio de 1989. En esa fecha fue presentado como Académico de Número a la Academia Panameña de la Lengua, correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua. Le correspondió a la eximia poetisa Académica de Numero Elsie A1varado de Ricord, Directora Sustituta de la Academia Panameña de la Lengua, el discurso de bienvenida, en donde ofrece atisbos de su obra y algunas de las felices líneas logradas en sus escritos.

Para la insigne académica su mejor obra es «Bolívar, vendaval de la historia», cuya primera edición salió en 1984. En su discurso «evoca al Libertador por antonomasia, desde el escenario local:

Padre muerto Bolívar
Mortal, resucitado
Al tercer día
Según las escrituras
De la gloria. Inmortal
Hijo del mundo,
Nietecito del indio
Hermano de la gloria
Patriarca de los hondos
Linajes de las patrias
No se aguantan la piedra
En las sandalias
Los turbiones del pueblo
Y te nombra la historia
Mas ganada

19
Bolívar y Simón
Padre y Señor
Ahora y en la hora
De nuestra vida
Ven
Vamos a levantar
Mi patria memorial
A como dé la vida,
A como den los muertos
A como dé lugar

De Ceremonial del Recuerdo cita

Y venías tan sola
Tan sin nadie
Que me dí a caminar
Para esperarte

Su discurso de ingreso, como «Académico de Número» fue sobre «Notas para una definición de la poesía», ensayo que publicó en 1989. Lo inicia así: «La escritura poética -que es habla, pensamiento, ser- es un acto creador personal’, y lo termina «La Poesía es… lo que ha sido. Es lo que es, y es lo que será. La Poesía: sacramento del habla. La Poesía: sacramento del ser».

Padre ejemplar, su vida familiar intachable le ha dado una vida llena y feliz al lado de su esposa, sus tres amadas hijas y ahora sus nietos. Todo esto es plasmado en varias de sus poesías como:

Esposa bien amada
Aquí comienza el alma
Porque el amor nos dura
Porque nace el amor como esta casa
Cuando nos nace el habla
Humildemente pura
Es apenas la tarde
Cuando abrimos al cielo las ventanas
Y ocupamos la casa
Y pensamos a Dios
Y el hijo nos espera en cada beso
Y es sábado sin sombra en nuestra casa

(De Sin el color del cielo)

Desde muy joven, como católico militante, Ros-Zanet luchó por la dignidad de la persona humana, la libertad y la justicia. En 1950, como estudiante de secundaria fue Primer Vicepresidente del Primer Congreso Extraordinario de la Federación de Estudiantes de Panamá; y en 1954 fue Director Editor de su periódico Voz Universitaria.

En su misión apostólica como médico pediatra ejerció el cargo de Subdirector de la Policlínica Pediátrica de la Caja de Seguro Social durante 17 años, Presidente de la Asociación Médica Nacional de 1975 a 1976, Vicepresidente de la Sociedad Panameña de Pediatría de 1969 a 1970, miembro del Consejo Editorial del Boletín Científico de la Sociedad Panameña de Pediatría de 1967 a 1996.

Pediatra responsable de la Organización de las Primeras Jornadas Pediátricas Panameñas en 1961, miembro del Comité de Editores de la Revista Médica de la Caja de Seguro Social durante varios años, Presidente de la Sociedad Panameña de Salud Pública y miembro activo de la Sociedad de Bioética.

También ha sido Presidente del Instituto Cultural Panamá-Israel y ha participado activamente en varias comisiones de la Iglesia y la Arquidiócesis de Panamá. Entre otras publicaciones: en 1995, en el volumen 24 del Boletín de la Sociedad Panameña de Pediatría, publicó el ensayo sobre «Del Tercer Censo Nacional de Talla de escolares de Primer Grado (1988): Breves Apuntamientos»‘ y el editorial titulado «La salud, el desarrollo y el fenómeno humano». En 1997, «Hacia una economía más humana y fraterna», y en 1998, «Aproximaciones sencillas al conocimiento del ser panameño» y «De la Universidad de Panamá y de un Organismo de Apoyo al Sistema Educativo Nacional”.

Actualmente, tiene una columna, «El ser, el habla y el tiempo» en el periódico «La Universidad’. En la actualidad Ros-Zanet se mantiene vigente y muy activo como Director Sustituto de la Academia Panameña de la Lengua, y como Profesor Investigador del Instituto de Estudios Nacionales de la Universidad de Panamá ( IDEN) donde desarrolla vallas corrientes de investigación en diversos temas de orden científico, humanístico, socioeconómico y de Salud Públic; y sobre Sociología, Lingüística, Etica y Filosofía.

Como profesor opina que «Ningún profesor tiene por qué saberlo todo. Absolutamente. Pero ningún profesor debe ignorar nada».

«Continuó ejerciendo Ros-Zanet calladamente, como Wiliam Carlos Willams, su doble sacerdocio de pediatra y de poeta, alternando sus trabajos literarios con los científicos».

¡Qué maravillosa conjunción de amante esposo, tierno padre, consagrado pediatra, y verdadero intelectual! La Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá -con sus egresados- se siente orgullosa, por haber tenido entre sus graduados a un José Guillermo Ros-Zanet.

William Carlos Williams en los Estados Unidos de América y… José Guilermo Ros-Zanet en Panamá!

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